Dolor Crónico

El dolor crónico es complejo. Tiene múltiples orígenes y tratamientos, y a menudo ha sido poco comprendido. El dolor físico no siempre se explica por una alteración física. Muchas veces existen síntomas psicosomáticos, es decir de origen psicológico, que se manifiestan a través del cuerpo en forma de dolores diversos: dolores en la barriga, de cabeza, contracturas musculares, náuseas, mareos… En otras ocasiones existe un diagnóstico claro de enfermedad, como la fibromialgia, de origen reumatológico, y otros procesos de tratamientos médicos dolorosos y prolongados, que son atendidos muchas veces en consulta paralelamente al tratamiento médico para poder controlar el dolor.

¿EN QUÉ PUEDE AYUDAR UN PSICÓLOGO EN ESTOS CASOS?

Existen técnicas psicológicas que pueden ayudar a controlar el dolor crónico. Con ello se reduce la frecuencia de visitas médicas, la ansiedad y depresión asociadas a las dolencias, la gravedad del dolor y la interferencia con actividades habituales de la persona. Permiten a la persona no sentirse víctima del dolor, sino asumir un rol más activo en el control del dolor y en la manera de vivir, es decir, aumenta la calidad de vida. El primer paso es aceptar el dolor: “Es obvio que usted siente dolor y es evidente que ese dolor no tiene ninguna intención de desaparecer”.

De esta forma aceptamos de manera responsable empezar a recuperar el control e ir aceptando la responsabilidad de vivir con él. Aceptación de la posesión del dolor implica aceptar que usted es una persona del todo digna, que sí sirve intentar las cosas, y de que hay opciones para eso.En un segundo paso, se podrán cambiar determinados aspectos del dolor, y podrá empezar a trabajar con los que le provoquen menos molestias. Es un trabajo difícil, pero no imposible.

Después de comprender el dolor a todos los niveles (biológico, psicológico, conductual y cognitivo) entendemos que en la manifestación del dolor crónico existe una conexión mente-cuerpo, de tal forma que podemos considerarlo una forma particular de estrés crónico. Tenemos síntomas muy parecidos: trastornos del sueño, diarrea o estreñimiento, cansancio, dolores de cabeza, dificultad de concentración, respiración entrecortada, pérdida o aumento de peso, aumento de la tensión muscular, ansiedad, depresión, etc. El entrenamiento en técnicas de afrontamiento del estrés resulta beneficioso en el tratamiento del dolor, pues al provocar una respuesta de relajación le ayuda a alterar los síntomas físicos y le prepara para enfrentarse con mayor eficacia al estrés que acompaña al dolor. Entre otras técnicas tenemos:

  • Entrenamiento en respiración y relajación muscular.
  • Mindfulness.
  • Visualización.
  • Práctica de actividades placenteras.
  • Escuchar su cuerpo y marcar su ritmo.
  • Técnicas para mejorar la autoestima y trabajar las emociones.
  • Técnicas cognitivas para trabajar con los pensamientos irracionales y distorsionados (construir la base para el cambio de actitudes).
  • Estrategias para resolver problemas.
  • Marcarse objetivos realistas.

Todo ello es una parte muy importante de la terapia psicológica para comprender qué es lo que realmente incrementa y disminuye su dolor, y aprender a controlarlo

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