En toda relación surgen dificultades tarde o temprano. Sin embargo, si uno no abandona en los momentos difíciles y gestiona adecuadamente los problemas se puede salir fortalecido como persona y como pareja.
Todas las parejas discuten alguna vez. Saber discutir es saludable para la pareja si entendemos esta “discusión” como una comunicación positiva, donde se verbalizan adecuadamente las quejas, donde se aprende a pedir lo que uno necesita, etc. No discutir no es un síntoma de que las cosas vayan bien, porque quizás la pareja no se está comunicando en absoluto.
Entonces, ¿qué hacer cuando se presentan inconvenientes en el camino que por sí solos no logran resolverse?, ¿a quién acudir para que nos brinde la ayuda necesaria?
Lo más común es, en principio, hablar con algún amigo o familiar para que nos pueda ayudar, nos aconseje o pueda arrojar un poco de luz en el asunto. Y esto puede servir en algunos casos. Pero en muchos otros las personas allegadas no tienen la visión adecuada para ser un auténtico apoyo, y es por ello que un psicólogo especialista en terapia de pareja es siempre la mejor opción.
¿Cómo sé que necesito un psicólogo?
Muchos mitos circulan sobre la idea de asistir a un psicólogo o un especialista en terapia de pareja. Lamentablemente, aún en nuestros días, algunos mantienen un estigma sobre aquellos que deciden acudir al psicólogo. Por eso, muchas personas, temerosas de recibir una crítica, no acuden al psicólogo y no reciben la ayuda necesaria a tiempo, prolongando su sufrimiento emocional y psíquico. Sin embargo, si superando todos los prejuicios, la pareja reconoce que necesita ayuda profesional, la terapia de pareja va a ofrecerles la oportunidad que se merecen proporcionándoles una visión nueva de la relación.
Entendemos que las parejas, en algún momento de su vida, pueden tener dificultades sobrevenidas, como una situación laboral estresante, situaciones derivadas de la rutina, apatía en la relación o cambios radicales en la vida de la pareja, como el nacimiento de un hijo.
Todo ello puede hacer que se tambalee la relación de pareja, donde se acentúan los reproches, salen a flote viejos rencores, la insatisfacción crece, se pierde el respeto, etc. En estos casos, puede ser complicado que la pareja resuelva la situación por sí misma utilizando los recursos que venía utilizando. En este punto, ambos deben reconocer sus propias limitaciones y buscar al profesional adecuado para realizar una terapia de pareja.
Un psicólogo se parece más a un entrenador que a un consejero
Ciertamente, lejos de dar consejos, la función del psicólogo es entrenar a la pareja en habilidades diversas: comunicación eficaz, escucha activa, planificación de actividades para salir de la rutina, organización del tiempo libre para compartir juntos tiempo de calidad, entrenamiento en gratificaciones y reciprocidad, peticiones positivas, etc
La terapia de pareja se ocupa de revisar todos los aspectos que están desgastando la relación, analizándolos en profundidad, y desde ahí propiciar los cambios necesarios en cada uno para ir aumentando el nivel de satisfacción.
En terapia de pareja ambos cónyuges asumen el compromiso de trabajar juntos por la relación, entendiendo que no hay “culpables” ni se espera el solo cambio del otro, sino que cada uno deberá aportar lo suyo, para preparar el reencuentro en un punto intermedio. El psicólogo de parejas va a dotarles de los mejores recursos y estrategias para abordar sus propios problemas y afrontarlos con éxito.
¿Cuándo es el momento de acudir a una terapia de pareja?
En ocasiones se comete el error de esperar a que la situación esté realmente deteriorada para contemplar la posibilidad de acudir a una sesión de psicoterapia de pareja. Es muy común escuchar que es “la última opción” para salvar la relación, cuando, en verdad, debería ser la primera.
Una de las premisas básicas en terapia de pareja se centra en mejorar la comunicación entre los cónyuges, puesto que suele ser el inicio de todas las discusiones. Es obvio que si no pueden comunicarse de forma efectiva, será muy difícil lograr el entendimiento y conseguir los cambios de conducta necesarios para mejorar en la relación.
Saber comunicarse, escuchar y hablar de forma adecuada, ayuda a comprender el punto de vista del otro. Esto resulta fundamental para abordar los problemas de manera eficiente. Mejorar el control de los impulsos y gestionar las propias emociones generan un clima de reciprocidad positiva, en el que ambos puedan sentirse entendidos y comprendidos.
¿Cuáles son las señales de que algo está marchando mal en la relación?
Aunque estas cuatro señales no son las únicas que deben impulsar a alguien a acudir a una terapia de pareja, sí son muy relevantes y no deben obviarse.
1. En la comunicación han aumentado los gritos, indirectas, desprecio, actitudes defensivas y críticas destructivas.
2. Ausencia de sexo: bajo deseo sexual, pocos encuentros sexuales (descartando que sean de origen orgánico),desajuste o insatisfacción sexual.
3. Vidas separadas: hacer la mayoría de actividades por separado. Sólo se comparten actividades rutinarias y/o se han vuelto sólo dos personas “conocidas”.
4. Insatisfacción en general: sentirse agobiado, estresado, molesto. Centrarse siempre en los defectos y no lograr recordar momentos buenos, felices y plenos en la relación, sin duda es una señal de alerta.
¿Qué esperar de una sesión terapéutica?
Aunque en la mayoría de ocasiones los miembros de la pareja no han acudido nunca antes a un psicólogo, lo cierto es que, una vez dan el paso, parece que lo peor ha pasado y el encuentro suele ser agradable. Se suelen encontrar cómodos y confiados. Una vez superada esa barrera de prejuicios, se encuentran delante de una persona que les comprende y no les juzga. No deben olvidar que la función del psicólogo no es de arbitraje, ni cabe esperar que se dedique a dar la razón a uno u otro.
¿Quién acude primero?
Ésta es una pregunta que suelen hacer tras realizar el contacto con el especialista y acordar una cita. Normalmente pueden acudir juntos en la primera ocasión, si la decisión se ha tomado conjuntamente. Si la decisión es de uno solo, acudirá éste la primera vez y más tarde se intenta incluir al otro miembro.
La primera consulta suele ser de exposición de los problemas que les angustian. Lo llamamos “ventilación” de sentimientos. En este tiempo el terapeuta escucha atentamente para poder hacer un análisis de la situación y clarificar las áreas problemáticas. Es común entregar unos cuestionarios al finalizar la sesión para ampliar información por separado.
Tras este análisis se proponen los objetivos terapéuticos específicos para la pareja y se inicia la intervención en terapia de pareja. También se fijarán las sesiones posteriores y, dependiendo de cada caso, se podrán combinar entre individuales y de pareja.
La pareja debe confiar en todo momento en el clima de confidencialidad y respeto que brinda el especialista, para que puedan hablar sin temores ni tabúes sobre lo que les preocupa.
Ambos deben saber también que forman un equipo, que trabajan con el mismo propósito, que navegan en el mismo barco y quieren llegar a buen puerto juntos. Ayudados por un buen profesional pueden lograrlo.